Tuvo su casa solar en la anteiglesia de Lémona, del partido de Durango (Vizcaya), y de ella fue Juan de Zabalagoitia, marido de doña María Ruiz de Lanabeitia, ambos vecinos de Santa María de Lémona y padres de Pedro de Zabalagoitia y Larrabeitia, bautizado en Lémona el 26 de Diciembre de 1620, que casó con doña María Zubiate y procrearon a Juan de Zabalagoitia y Zubiate, bautizado en Lémona el 5 de Agosto de 1650, que se unió en matrimonio con doña María Artade Padura, naciendo de este enlace Damián de Zabalagoitia y Artade, bautizado en Lémona el 27 de Septiembre de 1697, que celebró su enlace con doña Aurelia Gómez Cornejo, a la que hizo madre de José Antonio de Zabalagoitia y Gómez, bautizado en Santiago de Guayaquil (Ecuador), el 26 de Enero de 1733. Tuvo por esposa a doña Francisca de Arellano y procrearon a María Ignacia de Zabalagoitia y Ramírez de Arellano, vecina de Santiago de Guayaquil, que el 27 de Abril de 1793 ganó Real provisión de Vizcainía en la Chancillería de Valladolid.
Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.