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En el barrio de Yandiola (cuyo nombre tomó), del Ayuntamiento de Güeñes y partido de Valmaseda (Vizcaya). Domingo de Yandiola tuvo en su mujer, doña Ana de Santa Marina, a Cristóbal de Yandiola, esposo de doña Antonia de Arechederra, y ambos padres de Juan de Yandiola y Arechederra, casado con doña Luisa de Amézaga, a la que hizo madre de Juan de Yandiola y Amézaga, que contrajo matrimonio con doña Catalina del Campo, naciendo de esta unión Juan José de Yandiola y del Campo, Caballero de la Orden de Santiago y Comandante de Dragones en Méjico; Simón de Yandiola y del Campo, que celebró su enlace con doña María Castaños, en la que tuvo a Ramón, Ventura, Juan Antonio y Ramona de Yandiola y Castaños, y Juan Antonio de Yandiola y del Campo, que casó con doña María de Garay o Garaya, y procrearon a Pedro Antonio, Manuel Ramón, Juan José, Manuel Antonio y María Josefa de Yandiola y Garay. Varios de estos hermanos obtuvieron Real provisión de Vizcainía en la Chancillería de Valladolid el 19 de Julio de 1785.

Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.               

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.