Este apellido no es vasco, pero en Navarra y las Vascongadas radicaron, desde tiempos antiguos, familias apellidadas Sáenz. Algunas eran originarias del solar de Valdosera, en la Rioja. Otra tuvo casa solar infanzona en la villa de Calera, del Valle de Carranza y partido judicial de Valmaseda (Vizcaya). También se extendieron por Guipúzcoa, Álava y Navarra, líneas dimanadas de otra casa de Sáenz, sita en la villa de Carazo, del partido de Salas de los Infantes (Burgos), y usaron las armas que luego describiremos. Probó numerosas veces su nobleza, en diversas épocas, en las Ordenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y San Juan de Jerusalén y en las Reales Chancillería de Valladolid y Compañía de Guardias Marinas. De la casa solar e infanzona de la villa de la Calera, en Vizcaya, procedieron dos líneas, como puede verse en la siguiente filiación: Juan Sáenz, natural de la Calera y dueño de la casa solar de Sáenz de esta villa, fue padre de Pedro Sáenz, Señor del mismo solar, que en su mujer doña Ana Escobosa tuvo a Diego Sáenz y Escobosa, que contrajo matrimonio con doña Catalina de Aldeta, naciendo de esta unión Juan Sáenz y Aldeta, que celebró su enlace con doña Ana García de Arévalo, y procrearon a Juan Sáez y García de Arévalo, que sigue en esta primera línea, y a Diego Sáenz y García de Arévalo, que, como veremos después, fue progenitor de la segunda línea. Juan Sáenz y García de Arévalo, llamado Juan Sáenz y Escobosa, efectuó su enlace con doña Catalina San Sadornil, a la que hizo madre de Juan Sáenz y San Sadornil, que casó con doña María de Rubal y procrearon a José Joaquín Sáenz de Rubal, que se unió en matrimonio con dona Matea Manuela Domínguez. Estos esposos fueron vecinos del lugar de Villar, del Concejo de Sotillo (Burgos) y procrearon a Agustín Sáenz y Domínguez, llamado también Agustín Sáenz de Rubal, que el 19 de Diciembre 1787 obtuvo real provisión de Vizcainía en la Chancillería de Valladolid. Diego Sáenz y García de Arévalo, ya citado y tronco de la segunda línea, casó con doña María Domínguez Fernández y fueron padres de Bernardo Sáenz y Domínguez, que en su esposa doña Manuela Marín del Valle tuvo a Diego Ignacio Sáenz y Marín, llamado también Diego Ignacio Sáenz de Escobosa, natural de Lumbreras (Rioja), donde fue bautizado el 31 de Julio de 1718. Pasó a Méjico, donde desempeñó los cargos de Capitán de Guerra y Alcalde Mayor. El 15 de Diciembre de 1795 ganó también Real provisión de Vizcainía en la Chancillería de Valladolid.
Escudos de Armas del apellido:
Los Sáenz de La Rioja: escudo partido: 1.º, en campo de oro, un árbol de sinople, y 2.º, en campo de gules, tres bandas de oro. Bordura de plata, con ocho armiños de sable. Otros traen: en campo de sinople, una banda de oro, engolada en dragantes del mismo metal. Los de Álava traen: en campo de sinople, una torre de piedra, almenada, con capitel de azur; bordura de gules, con cuatro aspas de oro y cuatro panelas de plata, alternando. Las del solar de Valdosera, que usaron algunos Sáenz vascos, Cuartelado: 1º y 4º, de gules, con una torre de plata; 2º, de azur con trece estrellas de plata, puestas, tres, tres, tres, tres y una, esta última entre dos crecientes del mismo metal, afrontados, y 3º, de plata, con un árbol de sinople, y un jabalí de sable pasante al pie del tronco. Otros Sáenz, de Navarra: Partido: 1º, de oro, con un árbol de sinople, acompañado de dos panelas de gules, una a cada lado, y 2º, de plata, con dos lobos de sable, puestos en salto y en actitud de atacarse. Los Sáenz descendientes de la casa de Carazo (Burgos): De oro, con una panela de gules. Bordura de plata, y en el jefe de la misma, un áncora de azur, con su soga; en el flanco diestro, tres castillos de gules; en el siniestro, tres flores de lis de sinople, y en punta, un armiño de sable.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño. El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza. El esmalte azul (azur) simboliza la realeza, la serenidad y la hermosura. Los que los lleven en sus armas, están obligados a socorrer a los fieles servidores de sus príncipes que "se hallan sin remuneración por sus servicios". En las piedras preciosas representa al zafiro y en los signos del Zodiaco a que se encuentra sujeto son Tauro y Libra. Su elemento es el aire; su metal, el acero; el día de la semana, el viernes; los meses, abril y septiembre; su árbol, el álamo; la flor, la violeta; su animal, el camaleón y su ave, el pavo real. El azur se llama Júpiter en las armerías reales, zafiro en las de los títulos y azur en la nobleza. El esmalte sinople es el verde. Su significado es la esperanza, la abundancia y la libertad; cuantos llevan este esmalte en su escudo quedan obligados a socorrer a los labradores en general y a los huérfanos y pobres que se encuentren oprimidos. Su signo zodiacal corresponde a Mercurio; su elemento es la tierra; el día de la semana, el miércoles; su mes, mayo; su metal, el azogue; como planta, el laurel; la flor, la siempreviva y como ave, el papagayo. En los blasones de los príncipes recibe el nombre de Venus; esmeralda, en el de los títulos y sinople en los de la nobleza en general. El ala representa a las alas del águila, simbolizando la libertad, dada sus ansias de volar y surcar los cielos. Los Gentiles por la figura del áncora significaban aquel que habia asegurado bien su fortuna, y sus negocios. Es también símbolo de la esperanza y la seguridad que debemos tener en Dios. Los armiños, en heráldica, simbolizan la inclinación que tienen los hombres a viajar por tierra y mar; propensión que se atribuye a los Bretones. También representa la Pureza. El uso de traer los armiños por forros en sus vestidos, los Gobernadores y personas de representación, dió motivo a algunos heraldos para tener los armiños por símbolo de Dignidad. Fernando V, rey de Aragon, cuando echó de Calabria al duque de Lorena, descubierta la conspiración del príncipe de Resana, instituyó una Orden de caballería llamada del Armiño, dando a sus caballeros un collar de oro con un armiño pendiente, y por divisa el epígrafe "Malo mori quam faedari", para mostrar a los caballeros de dicha Orden que primero se debe morir que faltar a la fidelidad de su príncipe. El sotuer o aspa se trae a las armerías españolas por la batalla de Baeza, ganada contra los moros el día de San Andrés del Año de 1227, que es la forma de la Cruz en que estuvo este Santo Apóstol en su martirio. La banda significa el tahalí del caballero, y la banda que traían atravesada del hombro diestro al flanco siniestro, y por eso se expresa en esta situación en el escudo, habiéndola puesto por armas muchos de los que fueron a las cruzadas, según el color con que se distinguian las naciones. La bordura simboliza protección, favor y recompensa; así mismo la cota que vestían los caballeros para la guerra y que al salir de la pelea, ostentándola manchada de sangre enemiga, eran premiados con el añadido de la bordura de escudo, como insignia de valor. La bordura también se usa para combinar armerías, con la particularidad que las armas situadas en la bordura tienen siempre carácter secundario. Los castillos son geroglífico de grandeza, y de elevación, porque ellos exceden en hermosura, en fortaleza, y en magnitud a todos los demás edificios: denota también el asilo, y la salvaguardia. La luna o creciente, en las armerías, se ha tenido por buen agüero, y presagio de grandeza, como se dice del sueño de Milon, hijo de Guillermo, Conde de Borgoña, a quien la noche antes de ser electo Papa, con el nombre de Calixto II, en el año 1119, se le representó en sueños un ángel, que le ponía una luna (creciente) baxo de sus rodillas, advirtiéndole, como sucedió después, que sería el Jefe de la Iglesia Universal. Los hebreos celebran las fiestas que llamaron Neomenías (en recuerdo de su pasado pastoril), y entre los árabes es distintivo de poder y de nobleza. Carlos I instituyó, en la ciudad de Mesina, la Orden Militar del Creciente, y sus caballeros y algunos de sus descendientes cargaron los crecientes en sus armas. La casa solariega, también llamada solar, casa fuerte, casa palacio, casa torre, casona, casal, etc., es el símbolo de las antiguas libertades de los nobles, caballeros e hidalgos, notoriedad y nobleza.