En la villa de Navaridas, del partido de Laguardia (Álava), radicó la casa solar de este apellido, de la que procedieron tres ramás, cuyos representantes incoaron expedientes de hidalguía en la Chancillería de Valladolid. En un árbol genealógico que contiene el primero de los mencionados expedientes, aparece como progenitor de la primera rama Pedro Pérez, padre de Pero Sánchez Dávalos, que en su mujer doña Elvira Sánchez tuvo a Pedro de Elvira Sánchez, que ganó ejecutoria en 1476 y casó con doña María López, en la que procreó a Diego Sáenz, con sucesión, y a Juan Sáenz, que contrajo matrimonio con doña Juana Martínez, a la que hizo madre de Juan Sáenz de Olano, padre en doña María González, de Juan Sáenz de Olano, uno de los litigantes en 1576, y de Martín Sáenz de Olano, que celebró su enlace con doña Elvira González y procrearon a Juan Sáenz de Olano y González, que litigó también en 1576 y se unió en matrimonio con doña Francisca González, naciendo de este enlace Pedro Sáenz de Olano y González, casado con doña Juana Blanca, a la que hizo madre de Juan Sáenz de Olano y Blanca, litigante en 1629, y de Pedro Sáenz de Olano y Blanca, también litigante en el mismo año. Estos dos hermanos obtuvieron sentencia a su favor, pero apeló el Fiscal, y como murieran durante la apelación, continuaron el pleito los nietos de uno de ellos, Juan y Francisco Sáenz de Olano. A la segunda rama perteneció Juan Sáenz de Olano, esposo de doña María López y ambos padres de Mateo Sáenz de Olano y López, casado con doña María González de Lanciego, de la que tuvo a Gabriel Sáenz de Olano y González, que fue admitido al estado noble, y a Mateo Sáenz de Olano y González, bautizado en Navaridas el 23 de Abril de 1667, que casó con doña María García de Olano, y procrearon a Jerónimo Sáenz de Olano y García, bautizado en Navaridas el 11 de Abril de 1705, que se unió en matrimonio con doña Lorenza Medinilla, naciendo de este enlace Ramón, o Raimundo Sáenz de Olano y Medinilla, natural de Navaridas, que casó en Elciego (Álava), con doña Francisca de Arrubal. El 18 de Febrero de 1790 obtuvo Real provisión de hidalguía en la Chancillería de Valladolid. De la tercera rama procedió Pedro Sáenz de Olano, que en su mujer doña Francisca Sáenz de Payueta, tuvo a Miguel Sáenz de Olano y Sáenz de Payueta, que casó con doña Ana Martínez de Olano, y procrearon a Pedro Sáenz de Olano y Martínez de Olano, bautizado en Leza, del mismo partido de Laguardia, el 19 de Enero de 1671, que contrajo matrimonio con doña María Sáenz de Olano, su deuda, naciendo de esta unión Pedro Antonio Sáenz de Olano y Sáenz de Olano, bautizado en Leza el 7 de Julio de 1708, que casó con doña María Josefa Ceballos y Coca, a la que hizo madre de Juan Sáenz de Olano y Ceballos, que casó en Elciego en 1767 con doña Casilda de Viñaspres, y ganó Real provisión de hidalguía en la Chancillería de Valladolid el 4 de Febrero de 1794, y de Ignacio Sáenz de Olano y Ceballos, Alcalde y Juez Ordinario de Leza por el estado noble.
Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.