A los primeros tiempos de la reconquista de España se remonta el origen de este linaje, uno de los más principales de la nobleza de Cataluña. Hay dos versiones de este apellido: Sabata y Sabater, aunque predomina la segunda. Tuvo su primitivo solar en la hoy villa de Calaf, del partido judicial de Igualada y provincia de Barcelona. Allí radicó esta familia hasta el año 1377, en que se trasladó a la también villa de Castellfollit de Riubregós (perteneciente, como la anterior, al partido de Igualada), donde construyó nueva casa solar, colocando en las fachadas sus piedras armeras. En aquella época tenía enterramiento propio en la capilla de San Justo y San Bartolomé, de la iglesia de Castellfollit de Riubregós, capilla anexa a la casa principal. Más tarde pasó a residir en la ciudad de Cervera, de la provincia de Lérida, y allí también edificó casa, esculpiendo en la fachada su escudo de armas. En el transcurso de los siglos se fue dividiendo en varias ramas. Una hizo su asiento en el lugar de Castellfollit del Boix, del ayuntamiento de Manresa (Barcelona); otras se extendieron por Cataluña, y otras pasaron a Mallorca, Valencia y Aragón. Las noticias comprobadas que de los Sabater se tienen alcanzan a la segunda mitad del siglo XII. En el año 1164 aparece el noble Esteban de Sabater entre los que confirmaron los fueros de Perpinyá. Otros caballeros de este linaje figuran, en su calidad de nobles, en escrituras públicas de los años 1171, 1173, 1235, 1239, 1241, 1245, 1267, 1273, 1297 y 1311. En 1703 le fue concedido el título de marqués de Benavent a Martín de Sabater y Sanz de Latrás-Agullana, que pertenecía a la casa de Cervera. Mosén Jaime Febrer menciona en sus Trovas a Jaime Sabater, que sirvió al rey don Jaime I de Aragón en la conquista de Valencia, y de ese guerrero dice: «El rey don Jaime le saludó como aventurero (en el sentido de su pasión por la aventura), pues fue el capataz (capitán) de un lucido escuadrón de gente noble, que vino de París mantenido a su costa. Estando en el Puig, cuando los moros quisieron apoderarse de aquel castillo, peleó Sabater a caballo con tal pujanza que hizo retroceder al ejército moro, perdiendo el ventajoso terreno que había conseguido, poniéndose en desconcertada y vergonzosa huida». Garcerán de Sabater fue muy apreciado del rey don Fernando I, de Aragón, que le confió muchas e importantes embajadas. En 1.413 fue enviado como Embajador a Inglaterra, cerca de los duques de Clarence y de Yorck en sus credenciales se leía de puño y letra del rey: "os mando a don Garcerán de Sabater, oficial de mi casa" En los tercios segundo y tercero del siglo XIII, también comienzan a cobrar nombradía los primeros ascendientes de la rama establecida en Mallorca, de la que parece fue fundador y progenitor el caballero mencionado por mosén Jaime Febrer. CASA DE MALLORCA Tiene también mucha antigüedad la familia Sabater de Mallorca. El predio «la Verdera», de la villa de Muro, fue su primitivo solar, y de este solar proceden las casas del mismo apellido en las villas de Alcudia y Sineu. Se sabe que su progenitor se llamaba Jaime Sabater y que acompañó al rey don Jaime I de Aragón en la conquista de Mallorca, quedando allí heredado y establecido. Es lo más probable que dicho caballero fuese el del mismo nombre citado en anteriores páginas y que mosén Jaime Febrer menciona en sus Trovas, por haber acudido a servir a dicho monarca en la conquista de Valencia al frente de un lucido escuadrón de nobles mantenido a su costa. El rey don Jaime tuvo en alto aprecio sus hazañas y es lógico colegir que, considerando muy eficaz su ayuda, lo llevase a la conquista de Mallorca. La coincidencia de los años en que ambos caballeros Sabater aparecen y el haber tocado en el repartimiento al fundador de la familia mallorquina un real llamado «Alcaneiz», en el término de la ciudad de Palma, induce a conjeturar que sería uno de los principales capitanes del ejército conquistador, porque a éstos solamente se les dieron posesiones inmediatas a la capital de la isla, según copiamos de lo escrito por los historiadores Miedes y Bover. En 1237 fue Roldán Sabater uno de los expertos mallorquines a quienes el infante don Pedro de Portugal encomendó la fortificación de la isla para rechazar a la armada africana en el caso de que intentase atacarla.
Escudos de Armas del apellido:
Las de Sabater de las casas de las villas de Calaf y Castellfollit de Riubregós y de la ciudad de Cervera: En campo de oro, dos zapatos antiguos y puntiagudos de azur, puestos uno sobre otro. Así se ven en la capilla de los Angeles, siglo XIV, de la iglesia de Santa María del Mar, de Barcelona. En la sepultura de un Sabater, siglo XV, en la misma iglesia, hay estas otras : En campo de plata, un solo zapato de sable. El caballero Jaime Sabater, citado por mosén Jaime Febrer, traía: En campo de oro, una flor de lis de azur, surmontada de un zapato de sable. Estas mismas asignan algunos heraldistas a los Sabater de Valencia y a los de la casa del lugar de Castellfollit de Boix (Manresa). Los de Mallorca usaron: De oro, con el zapato de sable, y bordura componada de oro y sable. Armas iguales a las del apellido Sabata. Los que pasaron a Aragón tomaron el escudo primeramente descrito y señalado con el número 6. Autores catalanes recogen también, como correspondientes al apellido Sabater, los siguientes blasones : De azur, con tres zapatos de oro puestos en triángulo. Cuartelado : l.º y 4.º, de oro, con un zapato de sable y bordura componada de oro y sable (que es el del apellido Sabata y de los Sabater, de Mallorca), y 2.º y 3.º, también de oro, con un ala de sable. De gules, con dos alas de oro afrontadas. Y de plata, con dos zapatos de sable puestos uno sobre otro, y bordura componada de plata y sable. Otros: Escudo de oro y una bota; bordura cantonada y componada de sable.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño. El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza. El esmalte azul (azur) simboliza la realeza, la serenidad y la hermosura. Los que los lleven en sus armas, están obligados a socorrer a los fieles servidores de sus príncipes que "se hallan sin remuneración por sus servicios". En las piedras preciosas representa al zafiro y en los signos del Zodiaco a que se encuentra sujeto son Tauro y Libra. Su elemento es el aire; su metal, el acero; el día de la semana, el viernes; los meses, abril y septiembre; su árbol, el álamo; la flor, la violeta; su animal, el camaleón y su ave, el pavo real. El azur se llama Júpiter en las armerías reales, zafiro en las de los títulos y azur en la nobleza. El ala representa a las alas del águila, simbolizando la libertad, dada sus ansias de volar y surcar los cielos. Los ángeles anuncian la voluntad divina a los elegidos. Simboliza la protección y el mundo espiritual. La bordura simboliza protección, favor y recompensa; así mismo la cota que vestían los caballeros para la guerra y que al salir de la pelea, ostentándola manchada de sangre enemiga, eran premiados con el añadido de la bordura de escudo, como insignia de valor. La bordura también se usa para combinar armerías, con la particularidad que las armas situadas en la bordura tienen siempre carácter secundario. El caballero simboliza la nobleza. En los comienzos de la Edad Moderna, era "soldado de caballería, que servia a su costa con armas y caballo". Desde el reinado de Felipe III, Caballero es el "Hidalgo de Nobleza reconocida". La casa solariega, también llamada solar, casa fuerte, casa palacio, casa torre, casona, casal, etc., es el símbolo de las antiguas libertades de los nobles, caballeros e hidalgos, notoriedad y nobleza.