Catalán, oriundo de Francia. Una rama pasó a Murcia. Como acabamos de decir, la mayoría de los autores le señalan como de origen francés, basándose en la siguiente versión: en épóca del rey de Aragón don Jaime I "el Conquistador", llegó a su corte un caballero francés de muy noble linaje, sobrino del monarca de Francia, llamado Pierre Román de Rocamaura, y al que muchos, en documentos de la época califican como "Monsieur de Rocamora" castellanizando su apellido. El citado caballero después de haber tomado parte en la conquista de Orihuela, Alicante, fue "heredado" generosamente en dicha comarca y ciudad en el año 1.265 estableciendo casa solar y al vincularse con muy nobles familias mediterráneas dio origen al actual apellido Rocamora. En el año 1.265, el rey don Alfonso X "el Sabio", por un privilegio otorgado en Córdoba, nombró una Comisión de Jurados de Orihuela para que fueran repartidas las tierras y heredamientos de aquella región entre los caballeros que más se hubieran distinguido en la conquista de la misma y buena prueba de cuanto había hecho Rocamora fue que resultó el más beneficiado. Andando el tiempo, esta noble casa fue la progenitora de los Marqueses de Rafal, y la más poderosa en rentas e influencias en la ciudad y comarca de Orihuela. Esta participación se consignó en el libro del "Becerro" que se conserva en el Archivo Municipal de Orihuela. El linaje de los Rocamora se ha distinguido mucho en las armas y en la Iglesia, cabe citar a don Francisco de Rocamora, obispo de Neocastro y castellano del Castillo de Sant Angelo, en Roma. Fray Tomás de Rocamora, religioso de Santo Domingo que llegó a ser General de la orden. Don Juan de Rocamora y don Pablo de Rocamora, célebres por su actuación en los Tercios de Flandes. Don Jaime de Rocamora, primer Señor de La Granja. Los Rocamora ostentan los títulos de Barón de la Puebla de Beneferrí y el Marquesado de Rafal, estando elevados a la Grandeza de España por el rey Carlos IV, en la persona de doña Antonia María Fernández de Heredia, Bazán y Rocamora, Condesa de la Granja en 1.789. Otros autores no hacen mención del origen francés de este linaje. Encuentran su arranque en Cataluña y escriben que procede de don Ramón de Rocamora, noble catalán que intervino en la conquista de Alicante y fue heredado con ricos repartimientos en Orihuela. No sobra anotar que en Cataluña hay un lugar denominado Rocamora. Pertenece al ayuntamiento de Argensola, en el partido judicial de Igualada y provincia de Barcelona. Y que está en lo probable que el nombre de ese lugar tuviera relación con el del linaje.
Escudos de Armas del apellido:
En campo de azur, un roque de oro puesto sobre una roca bañada por aguas de mar de azur y plata, acostado de dos flores de lis de oro y sumado de un creciente del mismo metal. En el centro del jefe, un ramo de moras al natural. Algunos autores omiten el creciente. Estas armas son parecidas a las de los Roca de Valencia, y nos causa extrañeza que los autores que se las asignan a los Rocamora no expliquen a qué obedece tan extraordinario parecido, ya que ello acusa en ambos apellidos una común procedencia. Mosén Jaime Febrer dice que el caballero francés Pedro de Rocamora que acudió a recobrar a Murcia con gente y caballos, traía : De oro, con un roque de azur. Y J. R. Vila asigna a una rama catalana este nuevo blasón : De gules, con cinco roques de oro puestos en sotuer. Las armas usadas por los Rocamora de Alicante y Murcia, marqueses de Rafal, condes de la Granja de Rocamora, etc., son las primeramente descritas.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño. El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza. El esmalte azul (azur) simboliza la realeza, la serenidad y la hermosura. Los que los lleven en sus armas, están obligados a socorrer a los fieles servidores de sus príncipes que "se hallan sin remuneración por sus servicios". En las piedras preciosas representa al zafiro y en los signos del Zodiaco a que se encuentra sujeto son Tauro y Libra. Su elemento es el aire; su metal, el acero; el día de la semana, el viernes; los meses, abril y septiembre; su árbol, el álamo; la flor, la violeta; su animal, el camaleón y su ave, el pavo real. El azur se llama Júpiter en las armerías reales, zafiro en las de los títulos y azur en la nobleza. El agua es símbolo de sabiduría ilustrada, de ánimo virtuoso, pudiendo también simbolizar extensión de dominio, así como el principio de todas las cosas y la regeneración del tiempo. El sotuer o aspa se trae a las armerías españolas por la batalla de Baeza, ganada contra los moros el día de San Andrés del Año de 1227, que es la forma de la Cruz en que estuvo este Santo Apóstol en su martirio. El caballero simboliza la nobleza. En los comienzos de la Edad Moderna, era "soldado de caballería, que servia a su costa con armas y caballo". Desde el reinado de Felipe III, Caballero es el "Hidalgo de Nobleza reconocida". El caballo es símbolo de la guerra, representando la osadía y la rapidez en la acción. La luna o creciente, en las armerías, se ha tenido por buen agüero, y presagio de grandeza, como se dice del sueño de Milon, hijo de Guillermo, Conde de Borgoña, a quien la noche antes de ser electo Papa, con el nombre de Calixto II, en el año 1119, se le representó en sueños un ángel, que le ponía una luna (creciente) baxo de sus rodillas, advirtiéndole, como sucedió después, que sería el Jefe de la Iglesia Universal. Los hebreos celebran las fiestas que llamaron Neomenías (en recuerdo de su pasado pastoril), y entre los árabes es distintivo de poder y de nobleza. Carlos I instituyó, en la ciudad de Mesina, la Orden Militar del Creciente, y sus caballeros y algunos de sus descendientes cargaron los crecientes en sus armas.