Origen y significado del apellido PEREA
Linaje originario de Beotegui, en el ayuntamiento de Ayala, partido judicial de Amurrio (Álava), con casa en Llodio (Álava) y ramas en Astobiza (Concejo de Lezama, Álava), Basauri y San Vicente de Basualdo (en Vizcaya).
Una rama de Basauri se avecindó en Cantalapiedra (Salamanca), y otra de Basualdo pasó al valle de Somorrostro (Vizcaya).
Según Argote de Molina, el progenitor de este linaje fue un hijo de Fortún u Ortún Sanz de Salcedo (o Sánchez de Salcedo), quinto Señor de Salcedo y séptimo de Ayala, poderosas y nobilísimas casas del Señorío de Vizcaya.
Pero como discrepan algunos prestigiosos historiadores y genealogistas al indicar los hijos que tuvo Fortún, es necesario que dediquemos algunas líneas a los antecedentes históricos que han servido de base para fijar el origen del apellido Perea.
Dicho Fortún u Ortún Sanz de Salcedo, quinto Señor de Salcedo y séptimo de Ayala, se halló con don Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya, en la conquista de la ciudad de Baeza, día de San Andrés del año 1227. Casó con doña. María Sanz de Mendoza, Señora de la villa de Quintanilla de San García, del partido judicial de Briviesca en la provincia de Burgos, hermana de don Pelayo Hurtado de Mendoza. Esa dama tuvo de su matrimonio con don Fortún un solo hijo, del que dio a luz en el citado pueblo de Quintanilla, muriendo a consecuencia del parto. El niño se salvó y fue llamado don San García, como su abuelo paterno don San García de Salcedo, Ricohombre de Castilla, y Señor de la casa de Ayala.
Así lo refiere Argote de Molina, y añade: "Don Ortún Sanz de Salcedo, su marido, nunca se quiso más casar. Y tuvo hijos principales en mujeres de linaje".
Pudiéramos interpretar que la firme decisión de don Fortún, de no volver a contraer matrimonio, había sido a consecuencia del dolor que le produjo la prematura muerte de su esposa, merecedora, por lo mucho que le había amado, de que ninguna otra mujer legítima le sustituyese en su hogar. Pero Lope García de Salazar, en sus "Bienandanzas y Fortunas", destruye esa piadosa interpretación con lo que constituye el reverso de tal medalla, puesto que no fue la prematura muerte de la amante esposa lo que truncó el matrimonio, sino su infidelidad y traición, llevadas hasta el punto del más profundo desengaño, y doloroso escarmiento para el esposo. He aquí lo que, refiriéndose a ese matrimonio, escribió Lope García de Salazar, enjuiciando cruda y descarnadamente la censurable conducta de doña. María Sanz de Mendoza: "En seyendo el en Corte, e fincado ella preñada, metiole el diablo en las orejas la fama de un caballero Portugues que vino a Castilla a faser armas, que era mucho lozano e hermoso, el fasedor de todas cosas. E tornando todo su arreo, fuese a lo buscar desiendo que iba buscar a su marido. E llegada en Quintanilla parió un fijo en Quintanilla de San García, e mandolo tornar a la tierra de Ayala, e que le llamasen Sancho García, como a su abuelo, e por esto llamaron aquel lugar de Santgarcáa. E fuese aquella mala mujer a buscar a aquel caballero. E como la el viese tan lozansa y fermosa, fuese con ella a Portugal, ca en su tiempo no habia en el Reyno otra más opuesta. E D. Furtado Sánchez nunca quiso más casar, e tomo mancebas de linaje e fizo fijos bastardos".
Queda, pues, bien sentado con los testimonios de Lope García de Salazar y de Gonzalo Argote de Molina, que el quinto Señor de Salcedo y séptimo de Ayala no contrajo nuevas nupcias; que su único hijo y sucesor legítimo fue don San García, heredero de la casa de Ayala y octavo Señor de ella, y que tuvo, en cambio, varios hijos naturales en mujeres de linaje. Estos hijos fueron los siguientes, sin que podamos afirmar que nacieran por el orden con que los enunciamos: (I) Sancho Ortiz Marroquín de Montehermoso, sexto Señor de Salcedo. (II) Fortún Ortiz Calderón de Nograro, Señor del castillo de Nograro en Valdegovia, Ricohombre de Castilla, heredado en Sevilla por el Rey don Alfonso X "el Sabio", en 1253. (III) Lope Sánchez de Gordejuela, gemelo del anterior, según la "Crónica de las Siete Casas de Vizcaya y de Castilla", Señor del solar de Gordejuela. (IV) Pedro Ospina de Mariaca, llamado también Fortún, Señor de la casa de Mariaca, y (V) Juan o Rodrigo Ortiz de Zárate, Señor del solar de Zárate.
Ésta es la relación de los hijos naturales de don Fortún Sanz de Salcedo, quinto Señor de Salcedo y séptimo de Ayala, que encontramos más repetida, y en la que, como se ve, no figura el hijo de dicho caballero considerando como el fundador del linaje Perea. Pero Lope García de Salazar, en sus "Bienandanzas e Fortunas", añade a esos hijos de don Fortun "una fija que casó con D. Galindo de Retuerto e otros fijos e fijas". Siendo Argote de Molina el que nos descubre, en su "Nobleza de Andalucía", que el quinto Señor de Salcedo y séptimo de Ayala "tuvo así mismo otro hijo que fue Lope Sánchez de Perea, de quien vienen los linajes de Perea". No se detienen otros autores en la combinación de ese dato. Algunos lo recogen y dicen que el citado Lope fue Señor de Perea, pero sin aportar más noticia sobre ese señorío.
Caballeros de este linaje efectuaron pruebas de hidalguía en Bilbao (dos en 1654, sellados en pública forma), ante la Real Chancillería de Valladolid (1774, dos en 1784, y en 1799).
Litigaron su nobleza para ingresar como caballeros en los Ordenes de Santiago, en 1688, 1717, 1742 y 1755, de Calatrava en 1678, y en la de San Juan de Jerusalén en 1579.
De la casa de San Miguel de Basauri procedió Domingo de Perea, esposo de doña Francisca de Sugasnavar, y ambos padres de Francisco de Perea y Sugasnavar, bautizado en Basauri el 18 de octubre de 1698, que casó con doña Dominga Uriarte y Moja y procrearon a Miguel Antonio de Perea y Uriarte, bautizado en Basauri el 16 de Junio de 1736, que contrajo matrimonio con doña Magdalena de Zamacona, naciendo de esta unión José Joaquín de Perea y Zamacona. Estos dos hermanos obtuvieron Real provisión de hidalguía en la Chancillería de Valladolid el 14 de Octubre de 1799.
De esta misma casa de San Miguel de Basauri descendieron Antonio de Perea y Gallarza, bautizado en la mencionada anteiglesia le 5 de Abril de 1748, que se avecindó en Cantalapiedra (Salamanca) y ganó declaración de vizcainía en la misma Chancillería de Valladolid el 2 de Diciembre de 1774, y Ramón de Perea y Muñoz, que también fue declarado vizcaíno el 16 de Octubre de 1795.
De la casa de San Vicente de Basualdo fue Juan de Perea y Castaños, bautizado en el Valle de Somorrostro el 3 de Diciembre de 1753, que ganó Real provisión de hidalguía en Valladolid el 27 de Febrero de 1784.
Mosén Jaime Febrer, escribe en sus Trovas que Pedro Perea vino desde el Tirol, en la alta Alemania, para servir a su costa al rey don Jaime I de Aragón en la conquista de Valencia, participando destacadamente en el sitio de Burriana. Y agrega el citado cronista: «Antes de amanecer había dispuesto el rey don Jaime armasen el fonébol y batiesen la muralla. Perea estaba apostado con su gente, a fin de resistir la salida que se presumía harían los moros; por cuyo medio se ganó fácilmente la plaza; y le mandó el rey que al águila que llevaba en su escudo, añadiese cinco peras verdes sobre campo de plata».
Armas. Descripción de los escudos, conforme a las leyes de la heráldica:
De oro, con cinco panelas de sinople, puestas en sotuer. Bordura de gules con siete coronas de cinco puntas, de oro. Divisa: «Per ea que facta sun intellecta conspiciuntur», puesta en letras de gules sobre un volante de oro.
Otros ponen en la bordura, ocho coronas de oro, en lugar de siete.
Otros, en las Encartaciones de Vizcaya, según Labayru: De oro, con un peral de sinople, frutado del mismo color, y dos lobos de sable, andantes y lampasados de gules, atravesados al tronco.
Otros traen: en campo de oro, un peral de sinople y un perro de plata, manchado de sable, pasante, al pie del tronco.
Mosén Jaime Febrer dice que el caballero Pedro Perea que pasó desde el Tirol, en la alta Alemania, a servir a don Jaime I de Aragón en la conquista de Valencia, traía en su escudo un águila de sable y que el citado monarca le premió autorizándole para acrecentarlo con cinco peras de sinople en campo de plata.
Y Onofre Esquerdo completa esa descripción, a base del dibujo que figura en las Trovas de Febrer, organizando dichas armas así: Escudo cortado: 1.º, de oro, con un aguila de sable, y 2.º, de plata, con cinco peras de sinople, puestas (según el dibujo de las Trovas) tres y dos.
Simbología de las armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753
Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, péleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín.
La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño.
El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza.
El esmalte sinople es el verde. Su significado es la esperanza, la abundancia y la libertad; cuantos llevan este esmalte en su escudo quedan obligados a socorrer a los labradores en general y a los huerfanos y pobres que se encuentren oprimidos. Su signo zodiacal corresponde a Mercurio; su elemento es la tierra; el día de la semana, el miercoles; su mes, mayo; su metal, el azogue; como planta, el laurel; la flor, la siempreviva y como ave, el papagayo. En los blasones de los principes recibe el nombre de Venus; esmeralda, en el de los títulos y sinople en los de la nobleza en general.
El águila se concede en los blasones a los hombres que exceden en valor, generosidad y braveza a los demas hombres.
El sotuer o aspa se trae a las armerías españolas por la batalla de Baeza, ganada contra los moros el día de San Andrés del Año de 1227, que es la forma de la Cruz en que estuvo este Santo Apostol en su martirio.
La bordura simboliza protección, favor y recompensa; así mismo la cota que vestían los caballeros para la guerra y que al salir de la pelea, ostentándola manchada de sangre enemiga, eran premiados con el añadido de la bordura de escudo, como insignia de valor. La bordura también se usa para combinar armerías, con la particularidad que las armas situadas en la bordura tienen siempre carácter secundario.
El caballero simboliza la nobleza. En los comienzos de la Edad Moderna, era "soldado de caballería, que servia a su costa con armas y caballo". Desde el reinado de Felipe III, Caballero es el "Hidalgo de Nobleza reconocida".