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De la villa de Marquina (Vizcaya). Juan de Obásolo, natural de Marquina, y su mujer doña María Ituño, fueron padres de Domingo de Obásolo e Ituño, que casó con doña Ana de Ibarra, a la que hizo madre de Martín de Obásolo e Ibarra, bautizado en Marquina el 12 de Noviembre de 1688, que contrajo matrimonio con doña Maria Cruz de Ibarzábal, y procrearon a José de Obásolo e Ibarzábal, bautizado en Marquina el 11 de Julio de 1718, que celebró su enlace con doña Josefa de Ugartechea, naciendo de esta unión Hilario Pablo de Obásolo y Ugartechea, bautizado en Marquina el 14 de Enero de 1756, que se avecindó en Burgos, para lo cual obtuvo el 10 de Noviembre de 1817 Real provisión de vizcainía en la Chancillería de Valladolid.               

Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.