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Origen y significado del apellido NARANJO
Apellido de origen castellano, con importantes casas solares en la villa de Madrid. Tan sólo un tratadista, y esta es la excepción, sostiene que el tronco de la familia Naranjo se encuentra en Asturias. Lo que sí es bien cierto es que muy pronto se extendió por toda la Península como lo prueba el caso de don Miguel Cuadrado y Naranjo, que era natural de Cádiz y probó su hidalguía para ingresar en la Orden de Santiago, en el año 1788. Siendo natural de Sevilla, don José Naranjo Mellado, tuvo que probar la limpieza de sangre ante la Inquisición para demostrar que en sus ascendientes no existía sangre de moro o judío. Procedentes de la ciudad de Córdoba, otros miembros
del apellido Naranjo (don Alonso Naranjo de los Reyes y don Manuel Naranjo y Almorín) hicieron otro tanto y ante el mismo Tribunal del Santo Oficio de la ciudad cordobesa, capital de la provincia. Todo lo anterior, nos hace suponer que unas de las regiones por la que más se extendió este apellido fue en Andalucía.
Según otra hipótesis, su primitivo solar estuvo situado en el Monte Naranco, junto a Oviedo, de donde posiblemente tomara el nombre, convirtiéndolo luego en Naranjo. Desde los tiempos del Rey Don Fernando III el Santo y de la conquista de Sevilla, a la que pasaron desde Asturias, no quedó en aquel Principado ninguno de este linaje hasta que en 1546, regresó a su tierra Suer Naranjo, que se estableció en la ciudad de Oviedo. Ramas de este apellido fundaron nuevas Casas en los Concejos de Salas, Navia y Tineo. Otra tuvo solar en Laredo, provincia de Santander. También en la villa de Bienvenida, provincia de Badajoz, se estableció otra rama del apellido Naranjo, que luego pasó a la ciudad de Medellín en Colombia. Don José Naranjo y Cabrera, nació en la ciudad de Telde el 7 de abril de 1836. Era hijo de Don Adrián Naranjo y Cubas de Doña Antonia Cabrera de Quintana. Contrajo matrimonio en dicha ciudad, el 15 de febrero de 1863, con Doña Adela Martínez de Escobar y Luján, que había nacido en Las Palmas el 10 de octubre de 1838 Sus hijos fueron entre otros: Don Adrián, Don Bartolomé, Doña Emiliana, Doña Serafina y Don Teofilo Naranjo y Martínez de Escobar.
En lo que toca a los Naranjo establecidos en Madrid, el Estado Noble de esta Ciudad, admitió a los siguientes miembros de este linaje: Don Antonio Naranjo, en 1757; don Bernardo Naranjo, en 1720; don Blas, don José y don Manuel Naranjo, en 1731; don José Naranjo y Abad, en 1741; don Jerónimo y don Joaquín Naranjo y López, en 1778; y don José Miguel, don Miguel y don Antonio Naranjo de Osorno en 1730.
En lo que se refiere a la rama que pasó a América, puede citarse a fray Miguel Naranjo y García Valdés, de la Orden de San Francisco, natural de Guadalajara (Jalisco) que realizó demostración de su pureza de sangre con el fin de ingresar en El Santo Oficio de Méjico.

Armas. Descripción de los escudos, conforme a las leyes de la heráldica:
En oro, un naranjo de sinople frutado de gules con dos leones de su color empinados al tronco.

Escudo apellido Naranjo

Simbología de las armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: ""Ciencia Heroyca"", de Don José de Avilés. Año 1725; y ""Adarga Catalana"", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753
Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, péleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama ""sol"", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, ""topacio"" y en el de la nobleza en general ""oro"". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín.
El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza.
El esmalte sinople es el verde. Su significado es la esperanza, la abundancia y la libertad; cuantos llevan este esmalte en su escudo quedan obligados a socorrer a los labradores en general y a los huerfanos y pobres que se encuentren oprimidos. Su signo zodiacal corresponde a Mercurio; su elemento es la tierra; el día de la semana, el miercoles; su mes, mayo; su metal, el azogue; como planta, el laurel; la flor, la siempreviva y como ave, el papagayo. En los blasones de los principes recibe el nombre de Venus; esmeralda, en el de los títulos y sinople en los de la nobleza en general.