I. Pedro Belza fue Señor de la casa solar de Naharriaondo, sita en la villa de Oñate (Guipúzcoa). Casó con doña María de Irazábal y fue su hijo y sucesor II. Cristóbal Pérez de Naharriaondo Irazábal, que contrajo matrimonio con doña Ossana de San Llorente, y procrearon a III. Juan de Naharriaondo y San Llorente, llamado también Juan de Oñate, primer adelantado de las provincias de Nueva México, Conquistador, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Galicia y uno de los cuatro fundadores de la ciudad de Zacatecas, donde se avecindó y vivía con tal opulencia, que diariamente tañía una campana para llamar a cuantas personas quisieran sentarse a su mesa. Tuvo por esposa a doña Leonor Cortés (hija de Joanes de Tolosa y de doña Leonor Cortés y nieta del célebre Hernán Cortés y de doña Isabel de Moctezuma, que era hija, a su vez, del último Emperador de Méjico). El Bachiller Martín Ibáñez de Naharriaondo, Pero Belza de Naharriaondo y su hijo Pedro, eran vecinos de Oñate, en 1461.
Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.