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En Cataluña y Baleares aparece con mucha antigüedad este apellido y se difundió bastante. En el pueblo de Felanitx (Mallorca) se conservan las pretéritas casas de Nicolau de Son Calderó y de Nicolau de la Galera, y sus descendientes se diseminaron por otras villas y lugares de aquella isla. En 1285 juró homenaje y fidelidad al rey don Alfonso III de Aragón, Pedro Nicolau, como representante de la villa mallorquina de Muro. Juan Nicolau fue jurado de la ciudad y reino de Mallorca por la clase de ciudadanos, en 1464, 1470 y 1486; Bernardo Nicolau, en 1489 y 1507; Juan Nicolau Berard, en 1502 y 1507; Pedro Antonio Nicolau, en 1636, y Francisco Nicolau, doctor en ambos Derechos, en 1639. Domingo Nicolau figura entre los veinte caballeros mallorquines que en 1505 acompañaron a Nápoles al rey don Fernando «el Católico». Gaspar Nicolau, en 1521, entregó todo su patrimonio para aliviar las necesidades de la isla, y los capitanes Ramón y Agustín Nicolau se distinguieron en las guerras de Italia. EI P. Sebastián Nicolau, fraile cartujo, fue varón insigne en letras y de grandes virtudes. Murió el 12 de febrero de 1672. El P. Sebastián Nicolau, sacerdote jesuita, escribió notables obras y brilló en la oratoria sagrada. Falleció en 1772.

Escudos de Armas del apellido:
En Cataluña trajeron los Nicolau siete estrellas de oro en campo de azur, puestas una en abismo y las otras seis en forma de círculo Otros, en Cataluña: De ovo, con m árbol copado de sinople y dos lobos de sable empinado al tronco. Los de Mallorca tienen: De gules, con un galgo de plata puesto en salto. Otros traen en campo de gules, un castillo de oro, acostado de dos leones del mismo metal, empinados a sus muros, uno a cada lado, y debajo del castillo, ondas de agua de azur y plata.

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño. El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza. El esmalte azul (azur) simboliza la realeza, la serenidad y la hermosura. Los que los lleven en sus armas, están obligados a socorrer a los fieles servidores de sus príncipes que "se hallan sin remuneración por sus servicios". En las piedras preciosas representa al zafiro y en los signos del Zodiaco a que se encuentra sujeto son Tauro y Libra. Su elemento es el aire; su metal, el acero; el día de la semana, el viernes; los meses, abril y septiembre; su árbol, el álamo; la flor, la violeta; su animal, el camaleón y su ave, el pavo real. El azur se llama Júpiter en las armerías reales, zafiro en las de los títulos y azur en la nobleza. El esmalte sinople es el verde. Su significado es la esperanza, la abundancia y la libertad; cuantos llevan este esmalte en su escudo quedan obligados a socorrer a los labradores en general y a los huérfanos y pobres que se encuentren oprimidos. Su signo zodiacal corresponde a Mercurio; su elemento es la tierra; el día de la semana, el miércoles; su mes, mayo; su metal, el azogue; como planta, el laurel; la flor, la siempreviva y como ave, el papagayo. En los blasones de los príncipes recibe el nombre de Venus; esmeralda, en el de los títulos y sinople en los de la nobleza en general. El agua es símbolo de sabiduría ilustrada, de ánimo virtuoso, pudiendo también simbolizar extensión de dominio, así como el principio de todas las cosas y la regeneración del tiempo. Los castillos son geroglífico de grandeza, y de elevación, porque ellos exceden en hermosura, en fortaleza, y en magnitud a todos los demás edificios: denota también el asilo, y la salvaguardia.