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Tuvo su solar en el lugar de Ceberiche, de la anteiglesia de Arrigorriaga y partido de Bilbao. Una de sus ramas pasó a la villa de Ascaray, cerca de Santo Domingo de la Calzada (Rioja) y luego a Lima (Perú) y a Chile. De esta línea fue doña Catalina de Iturrizarra, bautizada en Lima el 1º de Octubre de 1659, que casó con el Corregidor Jerónimo Bravo de Saravia, de la misma naturaleza, e hijo de los primeros Marqueses de la Pica, naciendo de este enlace doña María Norberta Marcela Bravo de Saravia e Iturrizarra, bautizada en Lima el 30 de Junio de 1678, que fue segunda Marquesa de la Pica y casó en Santiago de Chile, el 2 de Agosto de 1690, con su primo hermano Antonio de Andia-Irarrázabal. Con larga descendencia, cuyo pariente mayor goza del título de Marqués de la Pica.         

Escudos de Armas del apellido:
El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.