Se trata de un apellido castellano que tuvo su solar, en la villa de Pedraza. El primero de quien se tiene noticia de este linaje es don Gonzalo Peláez de Herrera que aparece como testigo en una escritura fechada en el año 1.163. Y en otra, en el año 1.229, por merced del rey don Fernando "el Santo". Don Estaban de Herrera acompañó, al anteriormente citado rey, a la conquista de Sevilla, en el año 1.235 y fue uno de los doscientos caballeros a los que dicho monarca, en agradecimiento a los servicios que le prestaron, dejó muy bien heredados. Otro tanto, le ocurrió a don Pelayo de Herrera, de la mesnada de este rey, que también, entró en el repartimiento de tierras. Habrá que dejar constancia de que algunos autores, aun admitiendo que su difusión partió de Castilla, llevan el tronco de este apellido allende nuestras fronteras, diciendo que lo tuvo en Italia, ya que lo identifican con Ferrara, indicando que, al pasar a España, primero lo hizo como Ferrera y luego se transformó en Herrera. Varios caballeros de este apellido ajenos a los citados anteriormente, estuvieron en la conquista de la ciudad y fortaleza de Ubeda. Entre estos caballeros, se hallaba el mariscal Juan de Ferrera. Hay que decir que con este apellido ocurre lo mismo que con Fernández y Hernández, que se acostumbra a escribirlo indistintamente con F o con H, y así en antiguos documentos puede leerse Ferrera y en otros Herrera, cuando se están refiriéndo al mismo personaje. Pues bien, el mariscal Ferrera en una batalla que tuvieron contra los moros ante Baeza, murió combatiendo valerosamente contra sus enemigos. García González de Herrera tuvo título de Mariscal de Castilla y fue señor de las villas de Pedraza, Arroyo del Puerto y otros lugares que le dio el conde don Sancho, hijo del rey Alfonso XI. Esta familia de Herrera está entroncada con las de Guzmán, Enríquez, Padilla, Velasco y otras de reconocida nobleza. Melchor de Herrera fue alférez mayor de Madrid y mereció del rey Felipe II, el título de Marqués de Auñón. Una casa de este apellido hubo en la ciudad de Olite, del partido judicial de Tafalla (Navarra), con línea en Castellón de la Plana. Otra radicó en la villa de Azpéitia (Guipúzcoa), y una de sus ramas pasó a Chile, siendo su progenitor Sebastián de Herrera, natural de Azpéitia, y casado con doña María de Iturrichea, en primeras nupcias, y en segundas, en Santiago de Chile, con doña Francisca Barraza. De ambos matrimonios tuvo sucesión. También tuvo casa este linaje en el lugar de Herrera, sito en el valle de Camargo (Santander), del cual tomaran el nombre, y del que salieron ramas y líneas que fundaron nuevas casas por nuestra península. La rama valenciana moró en Játiva, descendiendo de ella Luis de Herrera, caballero de conquista, como escribe Martín de Viciana. Se extendió por la Península con la Reconquista, probando su nobleza innumerables veces, en las Ordenes Militares, una rama pasó a Cuba y otra a la conquista de las islas Canarias.
Escudos de Armas del apellido:
Las primitivas del linaje fueron: De gules, con dos calderas de oro, puestas en palo. Después añadieron una bordura cosida de gules con doce calderas de oro. Así trae la generalidad de las familias Herrera en España y América. Otros: En campo de gules, dos calderas de oro con cabezas de sierpe, de sinople, por asas; bordura del mismo color, con ocho calderas de oro. Los de Miengo (Santander) traen escudo partido: 1.º, en campo de gules, una torre de plata sobre peñas con una flor de lis de plata a cada lado, y 2.°, en campo de azur, dos calderas de oro con las asas de cabezas de sierpes, de sinople, dos a cada lado. Los de Andalucía traen: en campo de gules, dos calderas jaqueladas de oro y sable y un pendón entre las dos; bordura de oro, con ocho herraduras de azur.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. La plata en las armerías recibe el nombre de Luna, en lo que se refiere a las de los soberanos; en las de los títulos, perla, y en las de los restantes nobles, plata; significa blancura, pureza, y los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos. La plata significa en su correspondencia con las piedras preciosas la perla. De los astros, la Luna; de los signos del Zodiaco, Cáncer, y de los elementos, el agua; de los días de la semana, el lunes; de los meses del año, los de enero y febrero; de los árboles, la palmera; de las flores, la azucena; de las aves, la paloma; y de los animales, el armiño. El color rojo, denominado en Heráldica, gules, simboliza el valor, la intrepidez y la valentía. Aquellos que llevan este color en sus blasones tienen la obligación de socorrer, amparar y defender, a los injustamente oprimidos. Representa al rubí, y en lo que se refiere a los signos del Zodiaco corresponde a Marte, Aries y Escorpio; como elemento, el fuego; el día, el martes y el mes, el de octubre; el metal, el cobre; árbol, el cedro y la flor, el clavel; de las aves, corresponde al pelícano. El gules en las armerías de los reyes y príncipes se llama Marte; en las de los títulos, rubí, y gules en la generalidad de la nobleza. El esmalte azul (azur) simboliza la realeza, la serenidad y la hermosura. Los que los lleven en sus armas, están obligados a socorrer a los fieles servidores de sus príncipes que "se hallan sin remuneración por sus servicios". En las piedras preciosas representa al zafiro y en los signos del Zodiaco a que se encuentra sujeto son Tauro y Libra. Su elemento es el aire; su metal, el acero; el día de la semana, el viernes; los meses, abril y septiembre; su árbol, el álamo; la flor, la violeta; su animal, el camaleón y su ave, el pavo real. El azur se llama Júpiter en las armerías reales, zafiro en las de los títulos y azur en la nobleza. El esmalte sinople es el verde. Su significado es la esperanza, la abundancia y la libertad; cuantos llevan este esmalte en su escudo quedan obligados a socorrer a los labradores en general y a los huérfanos y pobres que se encuentren oprimidos. Su signo zodiacal corresponde a Mercurio; su elemento es la tierra; el día de la semana, el miércoles; su mes, mayo; su metal, el azogue; como planta, el laurel; la flor, la siempreviva y como ave, el papagayo. En los blasones de los príncipes recibe el nombre de Venus; esmeralda, en el de los títulos y sinople en los de la nobleza en general. La bordura simboliza protección, favor y recompensa; así mismo la cota que vestían los caballeros para la guerra y que al salir de la pelea, ostentándola manchada de sangre enemiga, eran premiados con el añadido de la bordura de escudo, como insignia de valor. La bordura también se usa para combinar armerías, con la particularidad que las armas situadas en la bordura tienen siempre carácter secundario. La cabeza significa trofeo, valor, superioridad y despojo sangriento. Las calderas, en armería, eran la señal de "Rico hombre" en España, simbolizando la abundancia.