Al tratar de los FEIJOO, hemos dedicado unas breves líneas a recordar a los FEIJOO JARPA de la Casa de Soutopenedo. Los Jarpa llevaron el mismo blasón que los Feijoo. D. SUERO FEIXOO DE NOBOA, dijimos allí que había casado Mencía López de Puga, habiendo tenido, entre otros hijos, a Dª Francisca Feixoo de Puga, que se unió en matrimonio a D. ALONSO VÁZQUEZ JARPA. Este y su esposa Francisca fundaron un vínculo, que se llamó de la Casa de Soutopenedo (Ayuntamiento de la Merca, partido judicial de Orense). La genealogía de esta familia, con muchos pormenores acerca de ella, la hemos encontrado en el archivo del Museo de Arcade; mientras que otras noticias las deducimos así de un Memorial de deudas de Suero Feixoo de Alberos (otras veces se llama de Nóboa) (Soutopenedo, 27-XI-1599) como del testamento del mismo señor, del 3-XII-1599. El Memorial llama a Suero Feixoo de Alberos, vecino del lugar de Prado, en la feligresía de Soutopenedo. Lo escribió Andrés de Castroverde, abad de esta feligresía de Soutopenedo, estando el otorgante enfermo y con peligro de la vida. Como se habrá advertido, fue redactado pocos días antes del testamento. Dice que debe a D. Alonso de Xarpa, cuya es la torre de Soutopenedo, lo contenido en una obligación otorgada ante Pedro Alvarez. Debía a Diego Rodríguez, yerno de su hermana Mencía de Nóboa, 3 almudes de pan. Debía "a Ntra. Sra. del Socorro, monasterio de monjas de la Limpia Concepción, de la ciudad de Sevilla, 31 ducados, del tiempo que vine de Indias y no los pude pagar en llegando a Sevilla, porque no vine a ella camino derecho; los hube menester para gasto; en Lisboa". Otra nota curiosa es que dice deber 6 ducados a un García Sobrino "que me prestó siendo yo juez de Noya, y habrá cerca de veinte años que me los prestó". Otros pormenores nos los ofrece el siguiente párrafo: "Si algún papel u obligación mía pareciese en que se diga que yo debo al Tesorero de Sevilla, Don Juan de Noboa Villamarín, antes arcediano de Varonceli..., será por descuido suyo, de no lo mandar rasgar; porque le he servido muchos años por mi persona, así en San Payo de Aveleda, cuando pleiteaba la abadía, como en La Coruña, en los pleitos de la casa de Villamarín y otros; y fui con él a Sevilla, y allá le servían el gobierno de su casa, sin por ello darme cosa alguna; y me llevó un cobertor de seda colorado, aforrado de su baeta, con una franja de seda colorada, que diera a Doña Catalina Enríquez, mi hermano, cuando vino de Bohemia, lo que todo me debe". La escritura pasó ante Alonso Enríquez, escribano público de los cotos del obispado do Orense, vecino de Barbadás; y la copia es del mismo escribano, ha pedimento de Francisco Fernández de Araújo, marido que al presente es de Francisca de Nóvoa". En el testamento, Suero Feixoo de Alberos, o de Nóvoa, manda que si muriese en Prado, se le sepulte delante del altar mayor de San Miguel, en la iglesia de Soutopenedo, donde estaba enterrado un hijo de Don Alonso de Xarpa, su sobrino. Si muriese en Sta. Mariña do Monte, que se llevase a Orense y le enterrasen en la iglesia del monasterio de San Francisco, donde estaba sepultado su abuelo Suero Feixoo. Nombra testamentarios a Pedro Mosquera Pimentel, Alonso Suárez de Villamarín y a Francisca de Nóvoa, su mujer. Deja a su esposa por herencia universal, etcétera: por ante Alonso Enríquez, el escribano ya mencionado. Tenemos, pues, que D. Alonso Vázquez de Xaipa, yerno de D. Suero, era también sobrino suyo. Hijo de éste y de su esposa Dª Francisca Feijoo fue D. GÓMEZ JARPA, que casó con D."- María de Ulloa (la cual de segundas nupcias habría de casar con D. Juan Pardo), y tuvo por hijo a D. ALONSO DE JARPA (O VÁZQUEZ DE JARPA), que casó con Dª María de Valcarce, sin hijos. Este D. Alonso hizo testamento cerrado, en 1621, ante Pedro Díaz Valdivielso, dejando por heredero, con forma de vínculo, a su hermano D. Juan Pardo (seguramente al segundo esposo de Dª María de Ulloa, la cual entonces habría casado con un sobrino, si el testamento es del Alonso primero, como sospechamos) en los bienes del coto de Soutopenedo, Moreira; y otros lugares, con la presentación in solidum del beneficio, jurisdicción civil y criminal de dicho coto. Manda que si su hermano falleciere sin hijos, paso a su hermana Dª Mariana de Ribadeneira, y de ésta a su hermana Dª Berenguela de Nóvoa, su prima, mujer de D. Bernardino Sarmiento. De la Torre de Soutopenedo existe la casa obra del siglo XVI. En 1599 era su dueño don Alonso de Xarpa; en 1655 estaba en posesión de D. Juan Pardo Ribadeneira, señor también de la torre de Villasante. Después pasó a la Casa de Sotomayor, cuyos señores eran patronos de la feligresía de Soutopenedo.
Escudos de Armas del apellido:
Los JARPA habían hecho una fundación en Sto. Domingo de Ribadavia, con varios foros en Beades, Carballeda, Regodeigón, coto do Pino y otros, en el partido judicial de Ribadavia (P. Samuel Eiján). El escudo, en heráldica, es el soporte físico del blasón, al centro de las armerías. En la panoplia que representa el blasón, el escudo propiamente dicho representa el escudo de los hombres de armas. Las armas son generalmente presentadas sobre un escudo pero otros soportes son posibles: una vestimenta como el tabardo del heraldo, un elemento de arquitectura como un anuncio mural, un objeto doméstico... En este caso, la forma del contorno es aquella del soporte. El escudo se materializa por la forma geométrica y sus divisiones potenciales, o mesa de espera, en la que están representadas las armas. El escudo puede tomar diferentes formas, de acuerdo al origen de su representación.
Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753.