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Este linaje, aunque M. Escagedo lo considera igual a (Cagiga), pensamos que deben ser distintos, ya que suelen llevar delante el artículo "la" o "las", y este último no aparece empadronado en Camargo como el anterior. En Santoña hubo una casa de este linaje, del que desciende Don Antonio de las Cagigas, con Expediente de Hidalguía en 1829; en Santander, Don José de las Cagigas, con Expediente en 1772, natural de Escalante; del mismo lugar pero viviendo en Buenos Aires, Don Antonio de las Cagigas, Castillo y Santelices, en 1790; de Guriezo, Don Benito Antonio de las Cagigas en 1775; de Santoña, Don Francisco de las Cagigas Ortiz en 1779; de Escalante, Don Bonifacio Antonio de las Cagigas Torre, viviendo en Manila en 1797, y de este mismo lugar posiblemente familiar. Don Joaquín Cirilo de las Cagigas Torre en la misma fecha y viviendo también en Manila en 1819. Todos ellos figuran en el Archivo de la Real Chancillería, y como puede verse, corresponden a las villas "Agregadas a la Merindad de Trasmiera", y Curiezo, no a Camargo. Son de la provincia de Santander, establecidos en tierras ferrolanas. D. MANUEL DE CAGIGAS Y LÓPEZ, señor de la casa de Cagigas, oficial del Ministerio de Marina en La Graña (partido judicial del Ferrol), casó con Dª Antonia Correa de Sotomayor y Troncoso (de las casas de los Correa, condes de Villanueva y marqueses de Mos), fueron vecinos del Ferrol, y tuvo por hijo a D. MANUEL DE CAGIGAS CORREA, oficial 1º del Ministerio de Marina, que casó con Dª María Ramona López de la Barrera (VER LÓPEZ DE LA BARRERA), y tuvo por hijo a D. PABLO CAGIGAS Y LÓPEZ DE LA BARRERA, nacido en Ferrol en 1797 y guardia marina en 1811. 

Escudos de Armas del apellido:
En campo de oro una espuela de sable, aunque no sabemos si este escudo corresponde a los de este apellido en Cantabria.

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aun así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín.