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Su primitiva casa solar radicó en la villa de Gámiz, del partido de Guernica-Luno (Vizcaya). Otras casas se fundaron después en las villas de Larrabezúa, del partido de Bilbao, y de Zarauz, en Guipúzcoa. A esta última casa perteneció Gonzalo de Cafranga, valeroso Capitán de los primeros tiempos de la Reconquista. De la casa de la villa de Larrabezúa fue originario José de Cafranga y Castilla, natural de Salamanca y Caballero de la Orden de Carlos III, en la que ingresó el 14 de Septiembre de 1815.

Escudos de Armas del apellido:
Las primitivas de la casa de Gámiz: De oro, con una pila de agua bendita, de piedra, y en ella una cruz llana de sable, sostenida por un brazo vestido de sable y moviente del flanco siniestro. Tomaron estas armas los Cafranga porque en su casa-torre de Gámiz se verificaron los primeros bautismos al iniciarse la predicación del cristianismo en Vizcaya. Según Labayru, otros Cafranga usan: "Una cruz con cinco lobos y ocho llaves en cruz". No indica este autor los esmaltes ni la situación de las piezas; pero es de tener en cuenta que éstas son las mismas que contiene el escudo del apellido Villela.

Simbología de los escudos de Armas:
Teniendo en cuenta la indumentaria que en la Edad Media vestían los caballeros en la batalla (armadura, celada, etc.), y que los hacía irreconocibles, resultaba necesario buscar un método de identificación y distinción entre los contendientes, que fuera revelador, preciso y rápido a una cierta distancia. De ahí surge la fórmula de exhibir en sus escudos tinturas, emblemas, etc., que los diferenciase de forma inequívoca y singular en el campo de batalla. Por eso la simbología heráldica, en su origen, buscaba formas y colores que fuesen notorios y permitiesen distinguir a sus portadores de un golpe de vista. Tal vez es exagerada la tendencia de algunos autores de dar significado o contenido a todos los emblemas (piezas, muebles, etc.) y esmaltes heráldicos, aún así hay varios tratados que estudian la simbología de los blasones de forma muy exhaustiva, entre ellos: "Ciencia Heroyca", de Don José de Avilés. Año 1725; y "Adarga Catalana", de Don Francisco Xavier de Garma y Duràn. Año 1753 Por las Leyes de la Heráldica, cuantos lleven el oro en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre. El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título de Duque, Marqués, Conde, etc, "topacio" y en el de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del Zodiaco, Leo; de los elementos, el fuego; de los días de la semana, el domingo; de los meses del año, julio; de los árboles, el ciprés y de las flores, el girasol; de las aves, el gallo; de los cuadrúpedos, el león y de los peces, el delfín. El agua es símbolo de sabiduría ilustrada, de ánimo virtuoso, pudiendo también simbolizar extensión de dominio, así como el principio de todas las cosas y la regeneración del tiempo. El brazo simboliza la fortaleza. La cruz es una pieza honorable, que representa la espada del caballero, dándose en Armería al combatiente que sacaba la espada teñida de sangre de sus enemigos. Del tiempo de las cruzadas quedaron algunas familias con la cruz por armas, para denotar que habían estado en ellas. La casa solariega, también llamada solar, casa fuerte, casa palacio, casa torre, casona, casal, etc., es el símbolo de las antiguas libertades de los nobles, caballeros e hidalgos, notoriedad y nobleza.